martes, 4 de diciembre de 2007

LA DIFERENCIA ENTRE CIENCIA VERDADERA Y CIENCIA JUSTIFICADA

René Descartes, en los albores de la ciencia moderna, había establecido que sólo un conocimiento demostrable según el modelo de las matemáticas podría ser considerado como verdadera ciencia. Convencido de que esa ciencia existe, afirmó que sus bases deberían ser verdades evidentes acerca de las cuales no pudieran plantearse dudas.
En el siglo XVIII, el empirismo inglés, llevado hasta sus últimas consecuencias por David Humee, afirmó que la validez de los enunciados universales no puede ser demostrada recurriendo a la experiencia, ya que ésta sólo proporciona datos concretos, y ningún proceso lógico permite pasar desde los datos particulares a las afirmaciones generales. La situación resultaba paradójica. En efecto, a pesar del indudable éxito de la ciencia, no sería posible afirmar que sus leyes proporcionan un conocimiento auténtico acerca de la realidad. Justamente cuando comenzaba a afianzarse la ciencia experimental, sus fundamentos parecían venirse abajo.
En la versión de la revolución científico-técnica la autonomía de la ciencia viene justificada, en cierto modo, como un aspecto de la autonomía de las fuerzas productivas de una sociedad. Se considera, en efecto, que la ciencia es una fuerza directamente productiva.
A partir de aquí el carácter determinante de la evolución de la ciencia con respecto a la evolución de la sociedad se justifica de forma bastante fácil. No se tratará ya que los conocimientos científicos condicionen la acción de los hombres, agentes de la historia, sino más radicalmente, de que la revolución científico-técnica opere una trasformación en las condiciones materiales que en último término determinan las formas de la vida y la acción de los hombres en las sociedades. A partir de aquí, sin embargo, caben diversas interpretaciones sobre le sentido de esta influencia de la ciencia en la historia. Tanto interpretaciones pesimistas (la creación de un mundo tecnológico que oprime y “unidimensionaliza” al hombre.) como optimistas la revolución científico-técnica liberará al hombre bien sea en le sentido de que le proporcionará un mayor bienestar sin necesidad de un cambio profundo en la estructura social, bien en el sentido de que impondrá necesariamente una transformación de tal estructura en una dirección socialista. Aquí tomaremos como paradigma de este mito la revolución científico-técnica de versión (que además nos parece la más interesante y respetable) optimista y socialista del equipo de R. Richta

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